Los astronautas fueron llevando a la luna
todo lo que sobraba en los desvanes.
Por eso aquel lugar en el que se reflejaba
el brillo de los ojos de los amantes,
hoy por hoy, acumula el polvo ceniciento
de los amores clausurados.
Por eso invocaremos en nuestras naves
un rumbo que nos aleje de los recuerdos gastados.
Vamos hacia galaxias de sensaciones
en las que sabemos que hay planetas
con lagos llenos del éxtasis
de las pasiones que no se pueden clausurar.
Allí fundaremos colonias con los sobrevivientes
de los sueños imposibles.