Ese hombre
que se guarda
en unas migas de pan
desespera de sus amigos.
Vino a buscar enemigos,
a sonreírle a los perdidos,
a conversar con
los suicidas,
a acariciar putas
de ojos colorados,
a cenar
con los ladrones sin guante.
Robaron sus ojos
para convertirlo
en juez terrible
de los inocentes.*