
Rondar la poesía
como un pájaro en celo,
procurando su complacencia
o volando (fingiendo indiferencia)
hacia las rutinas exacerbadas
teñidas del insípido
día a día inevitable.
Pájaro en celo
(rechazado por el viento)
buscará otros soles cada mañana
y descansará (paciente)
cada tarde,
despiojando sus alas
de fracasos.