Ajustar la mirada
y extenderla
en un manto de recuerdos
para
encontrar
alguna huella que conduzca
de vuelta
a los sueños, las esperanzas, la lucha.
Acomodar la mirada
(ya gastada)
en un amanecer inquietante
buscando
en este futuro de pesadilla
la puerta
por donde pueda encontrarse
una sonrisa
una rosa
o una revolución
que nos devuelva el imsomnio.
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